No planeaba madrugar, pero el sol me ha despertado mirándome a los ojos. No fijamente, sino escondido tras las nubes.
Creía que no me apetecía leer. Sin apenas pensarlo, he continuado leyendo una historia que comencé hace una semana. Me he sentido inspirada porque la protagonista hacía atletismo tras un largo periodo de abandono. No percibo que esté traicionando al papel por descubrir relatos en formato digital
Ya no pretendía hacer ejercicio y he salido a dar un paseo. Llevaba camiseta de tirantes y he sentido las caricias de viento que soplaba sobre mis brazos.
Mientras desayunaba veía dibujos animados con diálogos ingeniosos.
Se trata de un buen día. Y solamente son las once de la mañana.
Como dijo un sabio una vez: «Todo y nada es pos-imposible» (que quizás no es la frase más apropiada, pero sí la más buena).
Sara.
