Voy a intentar juntar dos acontecimientos que en un principio no tienen nada que ver.
El primero es que hoy he ido al cine. El segundo es sobre una cena en la que elegí mal el sitio donde sentarme (por un chico que me gustaba).
Si no sale pues no pasa nada, pero lo quería intentar como mínimo.
Mientras veía la película me han entrado ganas de escribir sobre lo mucho que el cine significa para mí ahora. Incluso después de haber declarado públicamente que lo odiaba. Me encanta que huela a palomitas caras y me hace feliz ir con mis amigos. Me gusta tener las entradas compradas con antelación, pero no pensarme mucho la película o el día.
Es raro.
Digo mucho la expresión «es raro«. No tiene la mayor importancia.
Han sido unos meses ajetreados. La longitud del verano se ha reducido durante los dos últimos años. He ido aquí y allá, sin pensármelo. Como cuando compro las entradas del cine. Aunque me deje un riñón por un largometraje que no dura ni dos horas.
Siguiendo con la metáfora, este verano he comprado muchas entradas y he visto muchas películas. Algunas me han gustado y otras me han resultado dañinas. Yo las he elegido. Voluntariamente me he expuesto a ellas. Cuando han terminado he compartido una reseña con mis mejores confidentes. Ellos también han compartidos sus anécdotas del cine conmigo.
He aprendido mucho. Siempre aprendo de todo. A veces cosas erróneas (que luego me sirven para aprender otras cosas). Aprendo y aprendo, y descubro historias y los demás descubren las mías.
Al final no he conseguido juntar las dos anécdotas.
Lo dejaré para otro día. Prometido.
Sara

Pd: Quería dedicarle esta entrada a un compañero escritor (El Aguijón Escarlata), que tuvo un detalle precioso conmigo hace unas semanas. Lo que he escrito no tiene que ver con él, pero estoy orgullosa porque es algo genuino y sé que él sabe valorar ese tipo de cosas.
Bueno, la intención estaba ahí, que yo la he visto con mis ojitos verdes, y al final es lo que cuenta 😀
Siguiendo con tu metáfora, como bien dices, de todo se aprende, incluso de las pelis dañinas, pues te enseñan a que ese tipo de largometrajes no merecen el riñón y parte del pulmón que supone visualizarlos. Lo que pasa es que muchas veces nos dejamos seducir por el trailer, pero cuando empezamos a verlas, nos damos cuenta de que son más malas que las películas de Antena 3 de los fines de semana.
Muchas gracias por la dedicatoria, Sara, y espero la continuación de la entrada 🙂
Un abrazo.
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Qué buena catarsis, me gusta mucho este tipo de contenido, me recuerda a mí hace años atrás en las que me ponía a relatar historias aparentemente inconexas.
Por mi parte, disfruto mucho del cine, quisiera poder volverlo un ritual.
Un abrazo 🌻❤
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Muchas gracias! bonito nombre, por cierto! jajaja ojalá fuese un ritual asequible y no un lujo cada mes 🙂
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Que bueno que te empiece a gustar el cine, cómo te dije en otro post atrás. Es cuestión de ir viendo de a poco, no hace falta ver clásicos (esos vienen después)
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Me ha hecho mucha gracia ver cómo has ido pasando por los post hasta encontrar en el que por fin digo que me gusta el cine jajaja la verdad es que fue una entrada un poco dramática y «performática» aajaja realmente el cine siempre me ha gustado, pero sí que es cierto que a medida que crezco soy capaz de valorar distintos aspectos de las películas que anteriormente no apreciaba, y películas y series que no soportaba se han vuelto mis favoritas jajaj muchas gracias por todos tus comentarios 🙂
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