Llevo tantísimo tiempo sin publicar… Supongo que porque pienso que nadie me va a leer. Y luego porque pienso que hay gente que me va a leer.
Parece ser que no quiero ni una cosa ni la otra, así que termino por no escribir.
Creo que es miedo a que mis pensamientos queden «publicados», y que todo el mundo tenga el derecho a verlos y comentar. Aunque tampoco es que tenga tanto tráfico en el blog. La entrada que más se lee es una reseña de un libro random que por lo visto tienen que leer todos en el instituto🤷.
¿Pasa algo por poner emoticonos? Es como traicionar a la escritura, ¿verdad?
Lo cierto es que los emoticonos enriquecen el texto, pero es un atajo para no tener que currártelo tanto.
Yo no podría vivir sin emoticonos. O sin memes. Son un vehículo de expresión con un matiz cómico, que llenan mis conversaciones de felicidad. Tanto es así, que a veces estoy hablando con alguien (en persona) y se me viene a la cabeza el sticker que adjuntaría a mi frase. Es muy curioso cómo evoluciona el lenguaje…
Mi profesora de Psicopatología del Desarrollo nos habló de que la gente con dificultades en el habla utiliza una especie de emoticonos que están estandarizados, y hay una aplicación que los dice en voz alta, así que pueden comunicarse con imágenes.
Este es mi pensamiento de hoy.
Ha tenido un estilo muy de escritura automática, con muchas cursivas y algunos anglicismos. Espero que sirva para romper con la monotonía que a veces acompaña al verano.
Un saludo.
Sara.