Algo es algo

James y Gwen conversan sentados en el césped de los jardines de los alrededores de su facultad. Han decidido saltarse la clase. Todavía es pronto y no ha salido del todo el sol, así que hace un poco de frío. Ambos admiran las tonalidades cálidas del cielo, un tanto irónicas respecto al clima. Toda la actividad se concentra en las aulas; en el jardín reina un silencio sereno, únicamente acompañado por la suave melodía de los gorriones. De vez en cuando observan algún coche correteando por el campus, recordándoles que realmente no se encuentran solos.

JAMES:

Ayer vi la película que me dijiste.

GWEN:

¿Cuál? 

JAMES:

«Las canciones de nuestra vida».

GWEN:

Sabes que no iba en serio, ¿verdad?

JAMES:

Ah. Pues me ha parecido un poco ridícula. Pero las canciones eran pegadizas. Me gustó la de la del piano. 

GWEN:

Creo que todas tienen piano. 

JAMES:

Era la de «na, na, na, na…»

Tararea una melodía sin sentido.

GWEN: 

¡Me estás mintiendo! ¡No has visto esa película! ¡Esa canción no existe!

JAMES: 

Lo raro es que no te hayas dado cuenta hasta ahora…

Gwen se muerde el labio inferior, evitando una carcajada. Él apoya la espalda en la hierba y cierra los ojos. Suspira, relajado.

JAMES:

Bueno, entonces ya sabes que puedes recomendarme cualquier película. No la voy a ver, pero te hago el favor de escucharte.

GWEN: 

«El favor», claro… Sería un detalle precioso. Se me ha ocurrido que podrías ver la segunda parte de «¿Pillas la ironía?».

Ron 

Tranquilos, no estoy aquí para hablar de alcohol. En primer lugar, porque no me gusta, y en segundo, porque ya se encargan de eso los catorceañeros que beben Negrita a escondidas.

Quizás soy demasiado joven para hablar del amor, de lo que realmente significa estar enamorada. Por lo que he leído en las novelas que me gustan y lo que he podido experimentar alguna vez (no doy más detalles, cotillas), estar enamorado es estar poseído por un sentimiento extraño y especial. Soy consciente de que ese idílico nivel de amor es pasajero, pero existir existe. Sigue leyendo «Ron «

Alerta: momento pasteloso

pastel 1

Nunca pensé que llegaría a decir algo así… En fin, todos nos volvemos pastelosos en algunos momentos de nuestra vida. Pero bueno, la situación no es para menos.

Cuando comencé a escribir en este blog, hará unos tres meses, no pensé que hubiese gente a la que de verdad le interesase lo que escribo. No sé, con todo lo que hay para leer en Internet. Sea como sea, hay una cosa que tengo totalmente clara: estoy súper agradecida con aquellos que me siguen. Me siento especial cuando alguien le da a «Me gusta», aunque sólo sea por cumplir; me pongo como loca cuando estoy con el iPad en medio de clase y de repente me llega una notificación de que han comentado en una entrada. Son pequeñitas y espontáneas dosis de endorfinas que retroalimentan tu trabajo. Sigue leyendo «Alerta: momento pasteloso»