James y Gwen conversan sentados en el césped de los jardines de los alrededores de su facultad. Han decidido saltarse la clase. Todavía es pronto y no ha salido del todo el sol, así que hace un poco de frío. Ambos admiran las tonalidades cálidas del cielo, un tanto irónicas respecto al clima. Toda la actividad se concentra en las aulas; en el jardín reina un silencio sereno, únicamente acompañado por la suave melodía de los gorriones. De vez en cuando observan algún coche correteando por el campus, recordándoles que realmente no se encuentran solos.
JAMES:
Ayer vi la película que me dijiste.
GWEN:
¿Cuál?
JAMES:
«Las canciones de nuestra vida».
GWEN:
Sabes que no iba en serio, ¿verdad?
JAMES:
Ah. Pues me ha parecido un poco ridícula. Pero las canciones eran pegadizas. Me gustó la de la del piano.
GWEN:
Creo que todas tienen piano.
JAMES:
Era la de «na, na, na, na…»
Tararea una melodía sin sentido.
GWEN:
¡Me estás mintiendo! ¡No has visto esa película! ¡Esa canción no existe!
JAMES:
Lo raro es que no te hayas dado cuenta hasta ahora…
Gwen se muerde el labio inferior, evitando una carcajada. Él apoya la espalda en la hierba y cierra los ojos. Suspira, relajado.
JAMES:
Bueno, entonces ya sabes que puedes recomendarme cualquier película. No la voy a ver, pero te hago el favor de escucharte.
GWEN:
«El favor», claro… Sería un detalle precioso. Se me ha ocurrido que podrías ver la segunda parte de «¿Pillas la ironía?».