Con nombre y apellido pero muy a la ligera

¿Qué pasará sin por fin le llamas? ¿Se presentará ante ti? ¿Será un enorme monstruo que te engullirá sin pensárselo dos veces?

No te escondas. Mírale a los ojos y di con voz bien alta y clara: «Eres un cabrón, tú mataste mi ilusión. Prepárate a morir».

Y más soldados se unirán a la batalla porque creerán en tu lucha. Aunque tú no lo sepas, eres una audaz guerrera, da igual que estés vestida de princesa.

Después del combate daréis una fiesta. A pesar de estar repletos de heridas.

Cuando hayan pasado muchos años estarás mirándote al espejo mientras cepillas tu larga melena. Te pondrás tu corona con orgullo.

Tienes más ganas de pelea.

Sara 🙂

giphy

Nueva declaración pública de odio a mi blog

No me gusta el nombre del blog. Creo que ya lo he dicho. Me parece un poco gilipollas. De chica gilipollas. Que no digo que no lo sea, ¿eh? Es sólo que me gustaría que fuese algo que no me inspirara eso. Preferiría una idea más elegante y sofisticada. Porque creo que es la imagen que quiero reflejar.

Estoy agradecida a este espacio por el tiempo que lleva junto a mí. He pasado casi cinco años escribiendo aquí mis inquietudes, mis aprendizajes y mis intentos de poemas. Y ahora creo que he cambiado bastante. Sigo siendo yo, pero con otros matices.

No sé por qué cuento esto. Supongo que porque me apetece. Y llevo ya casi tres párrafos de oraciones súper cortas y lo siento, así que voy a intentar alargar esta para que no parezca que no sé cómo crear frases de más de siete palabras.

Sé escribir muchas más cosas. Puedes contratarme para que escriba un guión, por ejemplo. O una carta que te haga llorar. Lo que pasa es que en esta última tardaré más porque me pasaré el 95% del tiempo pensando «¿esto lo escribo porque sé que es emotivo o porque realmente creo en ello?». Es la parte mala de haber leído mucho, que a veces pierdes la parte más inocente y genuina.

Ya no se me ocurre nada más que decir. ¿Qué tal os va la vida? ¿todo bien? Si me das una idea para escribir, lo intentaré. También me gustaría subir vídeos. Sin embargo:

  1. Me da vergüenza que me encuentren.
  2. Es como que nunca me pongo a ello porque pienso que es un poco patético.

Y a lo mejor lo es, pero cuando veo a mis «creadoras de contenido» (un eufemismo, por cierto, un poco imbécil) me da envidia porque creo que, al fin y al cabo, están haciendo uso de una herramienta que te permite desarrollar al 100% tu creatividad. Y yo siempre me quejo de que no me estoy dedicando al arte.

Bueno, podría decirse que soy bloguera ocasional. Y que tengo algún que otro seguidor leal. De eso estoy orgullosa.

Muchos besos.

Sara.

 

Los vecinos pesados.

Han venido esta tarde a mi casa a tomar el café.

Casi nunca les abro la puerta. No me dan pena, ¿eh? Son un grupo de agonías. Y sus hijos gritan, lloran y corretean.

No me hagáis que hable más de ellos, por favor. Quedemos en que son unos vecinos ruidosos.

Hace unos años me empezó a dar muchísima vergüenza que los viesen conmigo. Los vecinos de mi barrio son súper refinados. Por aquel entonces, se me metió en la cabeza que también quería ser una chica sofisticada.

Y me daba mucho miedo que pensasen que era inferior.

Los pesados se dieron cuenta de que les ignoraba y cada vez eran más insistentes en llamar mi atención. Un día incluso se pusieron a tirar piedras a las ventanas de mi casa. Meses y meses de obras hicieron falta para arreglar los desastres que provocaban cada semana.

Total, que no me preguntéis por qué, pero últimamente los invito a merendar. Prefiero que vengan de vez en cuando y que me dejen en paz el resto del tiempo.

Nada más entran por la puerta de mi casa pongo los ojos en blanco, diciéndome a mi misma «¿Es que eres tonta?». 

Me caen mal, es cierto. Pero me avisan cuando ponen el mercadillo del barrio de al lado. Si digo que no me apetece ir, empiezan a insistir una y otra vez «¡vente, vente, vente! ¡Luego te vas a arrepentir!». 

Saben lo mucho que me gusta ese mercadillo.

Ellos se vienen conmigo (por supuesto), y eso me molesta hasta límites insospechados. Aunque es verdad sin ellos nunca iría.

Poco a poco aprenderé a quererlos.

 

Sara.