Los vecinos pesados.

Han venido esta tarde a mi casa a tomar el café.

Casi nunca les abro la puerta. No me dan pena, ¿eh? Son un grupo de agonías. Y sus hijos gritan, lloran y corretean.

No me hagáis que hable más de ellos, por favor. Quedemos en que son unos vecinos ruidosos.

Hace unos años me empezó a dar muchísima vergüenza que los viesen conmigo. Los vecinos de mi barrio son súper refinados. Por aquel entonces, se me metió en la cabeza que también quería ser una chica sofisticada.

Y me daba mucho miedo que pensasen que era inferior.

Los pesados se dieron cuenta de que les ignoraba y cada vez eran más insistentes en llamar mi atención. Un día incluso se pusieron a tirar piedras a las ventanas de mi casa. Meses y meses de obras hicieron falta para arreglar los desastres que provocaban cada semana.

Total, que no me preguntéis por qué, pero últimamente los invito a merendar. Prefiero que vengan de vez en cuando y que me dejen en paz el resto del tiempo.

Nada más entran por la puerta de mi casa pongo los ojos en blanco, diciéndome a mi misma «¿Es que eres tonta?». 

Me caen mal, es cierto. Pero me avisan cuando ponen el mercadillo del barrio de al lado. Si digo que no me apetece ir, empiezan a insistir una y otra vez «¡vente, vente, vente! ¡Luego te vas a arrepentir!». 

Saben lo mucho que me gusta ese mercadillo.

Ellos se vienen conmigo (por supuesto), y eso me molesta hasta límites insospechados. Aunque es verdad sin ellos nunca iría.

Poco a poco aprenderé a quererlos.

 

Sara.

He aquí la cuestión…

Realmente, no sé en qué situaciones hay que intervenir. A veces he visto a alguien en apuros y me he quedado mirando desde la distancia, como un estúpido pasmarote. Mi cerebro no ha parado de debatirse entre el ayudo/no ayudo. Es raro. Porque si no haces nada te sientes como una mala persona, como alguien demasiado vergonzoso o inútil para prestar auxilio. Pero si prestas ayuda puedes molestar a quien está mal, y específicamente es esa persona quien te interesa que se encuentre mejor, ¿no?

A mí me ha pasado muchas veces, que me ha dado una bajada de tensión y me he tenido que tumbar en el suelo. Entonces ha empezado a venir gente y más gente ofreciéndose a comprar una botella de agua. En serio, todo el mundo quiere darte agua cuando estás mal, y eso está genial porque es un placebo muy efectivo, y te hace sentir cuidado.

Lo que ocurre es que cuando una multitud se aglomera y no para de preguntar puedes sentirte agobiado, porque tú te estás muriendo y te ves obligado a decir «no, me encuentro mejor». Una leche. Te sientes fatal y sólo quieres cerrar los ojos y desaparecer.

Se me había ocurrido escribir sobre esto porque el otro día me encontré ante una situación así y me sentí súper mala persona porque no hice nada al respecto para no molestar. Luego llegué a casa y pensé «joder, Sara, eres una incompetente».

Y, no sé, quizás lo soy. Pero no pasa nada. O sea, ahora no quiero que nadie se encuentre en la misma disyuntiva de si ayudarme o no.

Sara.

   Fuente imagen: yourfriendzz.tumblr.com

Algo es algo

James y Gwen conversan sentados en el césped de los jardines de los alrededores de su facultad. Han decidido saltarse la clase. Todavía es pronto y no ha salido del todo el sol, así que hace un poco de frío. Ambos admiran las tonalidades cálidas del cielo, un tanto irónicas respecto al clima. Toda la actividad se concentra en las aulas; en el jardín reina un silencio sereno, únicamente acompañado por la suave melodía de los gorriones. De vez en cuando observan algún coche correteando por el campus, recordándoles que realmente no se encuentran solos.

JAMES:

Ayer vi la película que me dijiste.

GWEN:

¿Cuál? 

JAMES:

«Las canciones de nuestra vida».

GWEN:

Sabes que no iba en serio, ¿verdad?

JAMES:

Ah. Pues me ha parecido un poco ridícula. Pero las canciones eran pegadizas. Me gustó la de la del piano. 

GWEN:

Creo que todas tienen piano. 

JAMES:

Era la de «na, na, na, na…»

Tararea una melodía sin sentido.

GWEN: 

¡Me estás mintiendo! ¡No has visto esa película! ¡Esa canción no existe!

JAMES: 

Lo raro es que no te hayas dado cuenta hasta ahora…

Gwen se muerde el labio inferior, evitando una carcajada. Él apoya la espalda en la hierba y cierra los ojos. Suspira, relajado.

JAMES:

Bueno, entonces ya sabes que puedes recomendarme cualquier película. No la voy a ver, pero te hago el favor de escucharte.

GWEN: 

«El favor», claro… Sería un detalle precioso. Se me ha ocurrido que podrías ver la segunda parte de «¿Pillas la ironía?».

Sobre Psicología y Películas

Me considero creativa. Me gustan todas casi todas las ramas del arte: pintura, música, baile, escritura y cine (o series, o programas de televisión y radio; todo vale). De hecho, si no estudiase Psicología me hubiese dedicado a algo artístico, como ser actriz de doblaje.

Creo que me gusta la Psicología porque me gustan las historias. Además, creo que la Psicología te enseña a darle importancia a las historias de la gente; no como cotilleos de los que se leen en las revistas del corazón, sino más bien como cuando te lees un libro y deseas que le ocurra lo mejor a tu personaje favorito. Por cierto, en esta metáfora, tu personaje favorito sería tu paciente (es por si no me he explicado bien).

He pensado mucho sobre gracias a las películas de Pixar, porque leí que una de las guionistas estaba segura de que cuando hacías sufrir al personaje y luego veías cómo se superaba a sí mismo te enamorabas de él.

No es que piense que nos atrae el sufrimiento (bueno, un poco sí, supongo), pero no en el sentido de «enamorarse» del paciente. Sino en introducirte y «engancharte» a su historia; en seguir su crecimiento como persona; en celebrar sus logros; en sufrir junto a él. En darle importancia.

De hecho, creo que el paciente se puede «enganchar» a su vez del psicólogo porque éste último le da importancia. En muchas ocasiones simplemente eso basta para que alguien comience a sentirse mejor. O a querer comenzar a sentirse mejor. O a intentar comenzar a querer sentirse mejor. O a dejar de tratar de reformular la frase para que el lector no se haga un lío.

Sara

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Fuente: andry-shango-rajoelina-prints.tumblr.com