Realmente, no sé en qué situaciones hay que intervenir. A veces he visto a alguien en apuros y me he quedado mirando desde la distancia, como un estúpido pasmarote. Mi cerebro no ha parado de debatirse entre el ayudo/no ayudo. Es raro. Porque si no haces nada te sientes como una mala persona, como alguien demasiado vergonzoso o inútil para prestar auxilio. Pero si prestas ayuda puedes molestar a quien está mal, y específicamente es esa persona quien te interesa que se encuentre mejor, ¿no?
A mí me ha pasado muchas veces, que me ha dado una bajada de tensión y me he tenido que tumbar en el suelo. Entonces ha empezado a venir gente y más gente ofreciéndose a comprar una botella de agua. En serio, todo el mundo quiere darte agua cuando estás mal, y eso está genial porque es un placebo muy efectivo, y te hace sentir cuidado.
Lo que ocurre es que cuando una multitud se aglomera y no para de preguntar puedes sentirte agobiado, porque tú te estás muriendo y te ves obligado a decir «no, me encuentro mejor». Una leche. Te sientes fatal y sólo quieres cerrar los ojos y desaparecer.
Se me había ocurrido escribir sobre esto porque el otro día me encontré ante una situación así y me sentí súper mala persona porque no hice nada al respecto para no molestar. Luego llegué a casa y pensé «joder, Sara, eres una incompetente».
Y, no sé, quizás lo soy. Pero no pasa nada. O sea, ahora no quiero que nadie se encuentre en la misma disyuntiva de si ayudarme o no.
Sara.
Fuente imagen: yourfriendzz.tumblr.com